Por las noches, sobre mi lecho, busco al amor de mi vida; lo
busco y no lo hallo. (Cantares 3:1)
Hace poco en una conferencia, hablaban sobre este tema, que
como jóvenes y no tan jóvenes debemos tener muy en cuenta, sobre todo en
nuestra vida espiritual más que secular.
Y es probable encontrar al amor de tu vida un día cualquiera
y en un lugar inesperado, pero no es lo mismo establecer una relación con una
persona que saca lo mejor de ti, que
hacerlo con una persona que provoca en
ti reacciones negativas.
Todos producimos consciente mente o inconscientemente, un
efecto en las personas con las que nos relacionamos, algunas veces es bueno y otro
malo.
Ahora, piensa en la influencia que en ti ejerce sobre la
persona con la que mantienes una relación amorosa, o quizá apenas estas
conociendo. ¡Muchísima!
Eso es muy importante elegir bien, la persona con la que
elijas relacionarte, tendrá un fuerte efecto sobre tu vida espiritual, tus gustos,
tiempo, tus logros y demás.
Dios quiere que como sus hijos pensemos muy bien si queremos
tener un noviazgo del cielo o del suelo. Y en los ejemplos que sostenía de la
conferencia, anote estos:
Noviazgo del cielo:
-Te ayudara a crecer
-Sacará lo mejor de ti
-Ocurrirá en un lugar correcto
-Se producirá en el tiempo indicado
-Va alimentar tu fe
-Alimentará el verdadero amor
Noviazgo del suelo:
-Detendrá tu crecimiento espiritual
-Sacará lo peor de ti
-Ocurrirá en el lugar equivocado
-Se producirá en un tiempo inadecuado
-Va a socavar tu fe
-Será solo por enamoramiento.
Mi consejo es que pienses muy bien en cada una de las características
de la lista y considera la relación que tienes actualmente o por la cual estas
por entrar, por la que deseas tener.
No hay camino más inteligente que someter todo a la santa
voluntad de Dios, busca a Dios y pídele a
Él que te haga una persona sabia y paciente para que sepas elegir bien cómo
llevaras adelante un noviazgo del cielo.
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