lunes, 25 de marzo de 2013 0 comentarios

Sé paciente, no orgulloso








“No tengan deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros. De hecho, quien ama al prójimo ha cumplido la ley.” (Romanos 13:8)
La Palabra de Dios nos enseña que no tenemos que deberle nada a nadie excepto para amarlo.
En 2 de Reyes 4:7, vemos que debemos pagar nuestras deudas. Cuando permitimos que las deudas nos abrumen, nos desanimamos, nos deprimimos rápidamente.
¿Te has dado cuenta de que una de las razones principales por las que la gente se endeuda es porque sus emociones están fuera de control? Cuando un deseo de placer personal, un sentido de prestigio o la capacidad de impresionar a otros hace que vivamos más allá de nuestros medios, acabamos endeudados.
Si tú y yo vamos a llegar a alguna parte en el Reino de Dios, debemos aprender  vivir según la sabiduría y no según nuestro deseo carnal, que es la emoción humana. 
“Dios bendice al joven que actúa con sabiduría, y que saca de ella más provecho que del oro y la plata. La sabiduría y el conocimiento valen más que las piedras preciosas; ¡ni los tesoros más valiosos se les pueden comparar!” (Proverbios 3:13-15)
La sabiduría toma hoy la decisión con la que te sentirás bien mañana. La emoción hace lo que la hace sentir bien hoy sin pensar en mañana. Cuando llega el mañana, los sabios lo disfrutan en paz y seguridad, pero los necios acaban desanimados y deprimidos. ¿Por qué razón? Porque los sabios se han preparado para el mañana y son capaces de disfrutar los frutos de su trabajo, mientras que los necios, que han puesto el placer primero, ahora deben pagar por ayer.
¡Es mucho mejor trabajar ahora y jugar después, que jugar ahora y preocuparse después!
Es tan desalentador ir al buzon de cada día y no encontrar más que cuentas, cuentas y más cunetas, a la larga, ese desánimo conduce a la depresión por causa de la presión de no ver una salida. Cuando cargamos en la cuenta cosas que no podemos realmente cancelar, estamos gastando hoy la prosperidad de mañana. Entonces, cuando el mañana llega, lo único que tenemos son DEUDAS.
Para vivir una vida disciplinada, que es realmente la necesaria para producir buen fruto en nuestras vidas, debemos estar dispuestos a invertir hoy para poder cosechar mañana.
 
Para aliviar el desánimo y la depresión que vienen por estar endeudados, debemos salir de la deuda convirtiéndonos en personas lo suficientemente disciplinadas como para no pensar en los sacrificios de hoy, sino en las recompensas de mañana.
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Sé paciente, no orgulloso





“Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales debe restaurarlo con una actitud humilde. Pero cuídese cada uno, porque también puede ser *tentado. Ayúdense unos a otros a llevar sus cargar, y así cumplirán la ley de Cristo. Si alguien cree ser algo, cuando en realidad no es nada, se engaña a sí mismo.” (Gálatas 6:1-3)

En lo personal, leído y meditado mucho estos pasajes en demasiadas ocasiones. Tengo un temperamento natural que elude a la humildad, así que necesito toda la ayuda de La Palabra de Dios que pueda obtener.

Realmente si quiero agradar a Dios, estoy dispuesta a hacer las cosas a su manera, no a la mía sin importar lo difíciles que sean.

Estos pasajes me recuerdan que si bien la mala conducta debe ser confrontada en forma pasiva, también habrá ocasiones en que tenga que soportar las fallas de algunas personas problemáticas. Dios probará mi paciencia, y mi orgullo.

La humildad nos permite ser verdaderamente personas pacientes con los errores de los demás. Mientras andemos en amor y oramos por ellos, Dios va a obrar y tratará con sus fallas. Cosechamos lo que sembramos: Si sembramos misericordia, cuando nosotros la necesitemos, cosecharemos misericordia. 

Aun cuando se nos haga difícil quizá soportar las debilidades de los demás, La Palabra de Dios nos va a fortalecer y nos capacitara para hacer su voluntad. Cuando te encuentres tentado a ser orgulloso, estudia o medita las Escrituras, pídele al Espíritu Santo que haga a través de ti lo que no puedes lograr con simple fuerza de voluntad.

Recuerda, el orgullo es un pecado también, y es el culpable el cual se esconde detrás de las relaciones rotas. Las señales del orgullo incluyen la falta de voluntad para admitir fallas o renunciar a asumir la responsabilidad por las propias acciones.

El orgullo quiere hablar siempre, pero no quiere escuchar, el orgullo no hace las paces nunca; el orgullo es testarudo, no quiere ser instruído, ni exhortado, quiere instruir a los demás.

El pecado de Lucifer fue el orgullo, ¡Dijo que se levantaría a sí mismo y a su trono por encima de Dios! entonces, vemos que esa clave de orgullo se manifiesta cuando una persona se tiene en más alta estima que las demás personas, pero Dios dice que; Todos somos iguales ante sus ojos. Lucifer por supuesto, nunca ha sido igual que Dios, pero en lo que respecta a relaciones humanas, ninguna persona es mejor que otra.

Recuerda eso: Ninguna persona es mejor que otra. Ante los ojos de Dios, todos somos iguales. Y estarás bien encaminado para poder evitar el orgullo.

No te engañes creyendo que  siendo orgulloso, te llevará a dónde en verdad tú quieres ir. Más bien, permite que la verdad del pasaje de Gálatas desciende profundamente en tú corazón, tú vida  y te cambie de adentro hacia afuera. Sé paciente, deja el orgullo; si en tú vida quizá no has visto verdaderamente lo que quieres ver realizado, ¿será por orgullo? Deja que Dios trabaje en ti, y deja que Dios trabaje en los demás, él más que tú conoce a las demás personas.
viernes, 8 de marzo de 2013 0 comentarios

Feliz día






Mujeres buenas hay muchas, pero tú las superas a todas.
 
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