Pasamos bastantes horas disfrutando de diversas actividades con nuestros amigos, y hablamos de muchas cosas diferentes. Sin embargo, ¿cuánto tiempo dedicamos para hablarles a otros de nuestro Salvador? En mi caso, no siempre tanto como debería. Esto no tendría que ser así porque estamos llamados a dar testimonio de nuestra fe para que otros puedan ser salvos al igual que nosotros.
Nosotros afirmamos que tenemos muchos amigos y que los amamos, o al menos los apreciamos. Una parte fundamental de la amistad es preocuparnos por ellos, y aun más, saber que va a pasar con ellos después de la muerte.
Es bonito tener amigos en esta vida porque ellos son personas que siempre están ahí cuando los necesitamos; una buena forma de retribuirles lo que nos han brindado es dándoles las buenas nuevas, la salvación y la paz que tanto buscan en medio de los problemas.
Una pregunta tan sencilla como: ¿Qué crees que va a pasar después de la muerte?, nos puede dar una idea de qué es lo que piensa esa persona a la que le estamos hablando; podemos partir de ahí para contarles acerca de lo que nosotros creemos. Es cierto que muchas veces sentimos vergüenza, pero nosotros no estamos en este mundo para agradar a los hombres, sino para vivir de Dios (Gálatas 1:10), y cuando predicamos el evangelio estamos sirviendo a nuestro Señor.
Si tenemos miedo de que nuestros amigos nos rechacen, debemos olvidar ese temor porque, en primer lugar, si nos rechazan o nos hacen a un lado por hablarles de Cristo no son verdaderamente nuestros amigos; y en segundo lugar, debemos estar felices porque aunque seamos rechazados aquí en la tierra, nos espera una gran recompensa en el cielo (Lucas 6:22-23). Somos los encargados de llevar el evangelio a las personas que nos rodean para que ellos así puedan oír y estar con nosotros allá en la eternidad.
1 comentarios:
excelente :))
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